Hola a tod@s!!! Cómo estáis??
Tengo que sacar tiempo para al menos contestaros a los mensajes que me dejáis (muchísimas gracias!!) y con el tiempo volver a coger la rutina de pasarme por vuestros blogs, pero de momento no puedo. Prometo que lo haré cuando pase un poquito de tiempo. No os olvidéis de nosotros mientras tanto...
Quería dejaros con un regalo que mi cuñada ("La tita de Jeré"), nos hizo llegar hace unos días. Un regalo para nosotros tres, que yo he querido compartir con vosotros porque me parece un relato precioso.
Cuando lo leí por primera vez, y ahora que lo he leído varias veces no puedo más que emocionarme.
Gracías María!! Eres un sol y la mejor tía que Víctor pueda tener nunca.
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"No es que hiciera frío, pero el aire tenía un tacto extraño. Mi cuerpo de repente pesaba mucho, ya no tenía esa sensación de ingravidez que tanto me confortaba. Todo de pronto parecía una amenaza. Los sonidos dejaron de ser graves y rítmicos para convertirse en algo estridente y caótico. Una sensación de vértigo me sobresaltaba constantemente y sentía como si de repente pudiera caer al vacío sin tener dónde agarrarme.
Y lo peor era la luz: ese destello que constantemente me hería los ojos.
Me pregunté si tanto esfuerzo por salir habría merecido la pena.
Entonces lloré. Con todas mis fuerzas.
Decidí usar mis pulmones recién estrenados para pedir sólo una cosa: ¡Que alguien me eche una mano!
Lo lloré una y otra vez . Y de repente, de entre toda esa luz insufrible, apareció la ayuda que había estado pidiendo a gritos. Pero no fue una mano la que me cogió para ayudarme. Fueron cuatro.
Cuatro manos que sin palabras conseguían darme toda la calma que creí haber perdido. Cuatro manos que me decían que no tenía que preocuparme por nada, que a partir de ahora podría caerme las veces que fuera necesario, tropezar en todos los caminos en que me encontrara obstáculos, porque ellas me ayudarían a levantarme de nuevo, y me señalarían los senderos por los que podría correr sin hacerme daño.
Ahora siento que sí mereció la pena todo ese esfuerzo" .
Esas cuatro manos que aparecieron cuando creí que estaba solo me han dicho que siempre van a estar ahí, que mis pies los utilice sólo para correr sin miedo a tropezar, y mis brazos sólo para intentar volar sin miedo a caer.
Y que no me preocupe por nada más.
Porque caminar lo podré hacer siempre a cuatro manos.
Víctor (por boca de tita Valle) en Jerez de la Frontera, en mi día 11 (18 de Noviembre de 2009).
Foto de Víctor tras la cristalera de Neonatos.
